La vida de Róger Camacho cambió el 13 de setiembre pasado, cuando mientras colocaba un transformador, este estalló y la descarga eléctica le produjo quemaduras graves en más del 50% del cuerpo.
Este vecino de Jicaral de Puntarenas fue trasladado de inmediato al Hospital San Juan de Dios.
Su tratamiento no fue el tradicional. Aunque en los primeros días sí se utilizaron los injertos tradicionales de piel, una vez que llegó al hospital se le tomó parte de su piel sana de la parte superior del pecho, la cual fue llevada al Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC).
Esa porción de piel fue sometida a procesos de laboratorio para crear allí una especie de gasa que contiene células de la piel y enzimas del propio paciente. Esto permite que su aplicación le ayude a que sus tejidos sanen más rápidamente, la herida se cierre, cicatrice mejor y la piel se regenere.
Esa gasa se la pusieron dos semanas después. “Al principio me dolían mucho las curaciones, pero desde el primer momento que me pusieron las gasas el dolor desapareció. Ojalá todos pudieran tener acceso a esto. Sí funciona”, dijo.
El proceso. ¿Cómo se logra esto? A través del Proyecto Piel Humana Cultivada in vitro, del Laboratorio de Ingeniería de Tejidos del TEC, iniciativa que trabaja en conjunto con el Hospital San Juan de Dios.
En este laboratorio se desinfecta la piel, separan sus partes y las células llamadas fibroblastos y queratinocitos se ponen a crecer de forma controlada.
Estos procesos ayudan a que la piel se regenere más rápido y el paciente experimente menos dolor. “Cada una de las láminas con células contiene entre 8 y 9 millones de fibroblastos y queratinocitos, pero si el caso es muy grave se ponen más. A Róger se le pusieron hasta de 15 millones de células”, comentó Maritza Guerrero, una de las coordinadoras del proyecto del TEC.
Éxito. Camacho no es el único beneficiado con este procedimiento. En los últimos meses, otras cuatro personas han sido sometidas a este procedimiento. Dos de estas personas tenían una úlcera profunda, otra fue mordida por una serpiente y un paciente con cáncer en el hueso que perdió su músculo y tenía expuesta la arteria femoral.
“Esta técnica ayuda a que pacientes que tradicionalmente tienen mucho dolor no sufran tanto y sanen mucho más rápido”, explicó Gisela Fonseca, cirujana plástica del Hospital San Juan de Dios.
Los próximos planes incluyen el uso de cultivo celular de cartílagos, tendones y otros tejidos.