Como personaje, Shrek se supera esta vez. Como película, también. Se anuncia que el filme
No es mala idea dejar que estos héroes descansen con su familia. Que Burro se dedique a escribir sus memorias con tanto ingenio, como ha vivido sus aventuras (con beneficio en español del mexicano Eugenio Derbez) y que el Gato con Botas busque productor para tener su propia película, digna de su honrosa vanidad felina.
Lo cierto es que
En lo formal, esta película de ogros muestra una bien habida dinámica de cuento de hadas (con un hechicero mañoso), se ve muy bien diseñada y está mejor resuelta en términos visuales. Lo digo yo, que sigo siendo un enamorado de los viejos dibujos animados. Toda la expresión visual tiene nuevos aires, aunque se repitan los ojitos enternecedores de un gato bribón y el mismo trote rumboso de Burro.
Lo cierto es que se logra una mejor definición de personajes. Ahora, todos son víctimas del lado oscuro del ogro verde, porque Shrek se cansa de ser el sujeto bueno que entretiene a todo el mundo. Él quiere aterrorizar de nuevo, como los políticos, y hacerlo como ejercicio de poder. En ello, Shrek es embaucado al firmar un pacto hechicero con el malsano negociador Rumpelstiltskin.
De esa manera, nos encontramos ante una realidad más bien retorcida del mundo ideal, en que se movían el ogro verde, su familia y sus amigos. Uno sabe que habrá un final feliz, pero aquí lo encantador no es solo el final, sino el tránsito hacia él: la aventura. El argumento es atractivo, pero igual de sugerente es cómo lo cuenta la película.
El genio de la fantasía se llena de ingenio, por eso recomiendo esta película, aunque, repito, ojalá cumplan la palabra y cierren aquí la saga, para no llegar al hartazgo.