Aunque el director de la película
Creo que el señor Simon Wells solo hizo su trabajo de dirección al estilo de un maestro de obras, o sea, dirigido por un ingeniero o un arquitecto. Aquí la mano de Robert Zemeckis es como la mano de un dios, no hay duda.
Decía Picasso: “¡Ay de los que me imitan, porque de ellos serán mis errores!”, lo cual le viene bien a esta película, porque Zemeckis se “autoplagia” al punto tal que repite los errores que ya le son conocidos en sus filmes digitales.
Tan fácil como cae una mosca en la leche, el filme nos complace con un exhaustivo espectáculo visual, donde las imágenes van con frenético movimiento y son puntillosas hasta el detalle menos pensado. Lo acepto, es impresionante la espectacularidad de algunas imágenes (por secuencias), lo que hace que la película guste fácilmente a la huella del ojo.
Mas, no lo olvidemos, el cine es fundamentalmente narración, y la trama es lo que más se descuida en Marte necesita mamás. Incluso, uno siente que el argumento va a la deriva, como velero en tormenta, con situaciones nunca bien explicadas y con vacíos llenados a pura acción, lo que permite la celeridad de los personajes animados.
Esas secuencias de acción se mezclan con mensajes simplones: vano intento fabulador de la película, que habla del amor de las madres de manera trillada. Insisto, porque es la gran debilidad de este largometraje, las imágenes –aunque bien logradas– parecen hechas para estar en lugar de una narrativa sólida, donde ni siquiera los personajes son interesantes. Son personajes extraños, incluso físicamente, pero no interesantes, por lo que aportan poco al provecho de la película. Todo se queda en el virtuosismo formal o técnico.
De hecho, para repetir una idea ajena que le escuché a un amigo, los personajes son cada uno un maniquí distinto, porque no están bien logradas sus expresiones y nos recuerdan, digo yo, que el cine animado está aún lejos de sustituir a los actores en escena. Se podrán describir muy bien hasta los detalles de la piel, hasta el vello de los personajes, pero no hay nada que ahonde en el “alma” de tales personajes.
Esa es la deficiencia orgánica de la película, por lo que esta se queda colgando de principio a fin, con un pie en el estribo, pero colgando. Vi la “peli” dos veces: en 2D y en 3D, y me quedo con la primera.
Su tercera dimensión solo aumenta la profundidad de campo, es bien comercial. Nada de la pantalla hacia adelante, que es, de verdad, lo más rescatable de este asunto tecnológico. Lo que sí logra es acrecentar el precio del boleto, así de simple.