El renovado interés en la obra de Yolanda Oreamuno debe gratitud a la novelista y profesora Rima de Vallbona; en especial, a sus antologías Yolanda Oreamuno (1972) y La narrativa de Yolanda Oreamuno (1996). Ambos libros presentan enjundiosos estudios prologales. La también autora de la novela Noche en vela responde nuestras preguntas desde su residencia en Houston, Texas.
–¿Cómo se inició su encuentro con la obra de Yolanda Oreamuno?
–A fines de los años 50 seguí cursos de literatura costarricense en la UCR, pero ni siquiera escuché su nombre, ni tampoco el de Eunice Odio. Nuestros años universitarios transcurrieron atrofiados en una narrativa apegada al regionalismo y a la literatura de protesta, mientras más allá de nuestras fronteras ya estaba dando ricos frutos la nueva narrativa latinoamericana con Borges, Cortázar, Carpentier y otros, que tampoco figuraban: llegamos hasta la literatura gauchesca, y pare de contar.
”En 1964 me instalé en Houston, Texas, donde me llegó de regalo A lo largo del corto camino [1961], mi primer contacto con el nombre y la obra de Yolanda Oreamuno. Fue toda una revelación para mí y la alegría de comprobar que por fin habíamos superado el regionalismo y la literatura de protesta.
”Muchos años después, Lilia Ramos me pidió que la acompañara al Ministerio de Cultura. El director de la editorial de ese Ministerio pidió a Lilia que preparase el ejemplar sobre Yolanda Oreamuno para la serie de ¿Quién fue y qué hizo? , pero Lilia propuso que yo preparara ese libro. Así, comencé a investigar en la Latin American Collection de la Universidad de Texas en Austin.
”No encontré textos críticos ni reseñas de la obra de Yolanda, pero sí localicé narraciones de ella dadas por perdidas, publicadas en México y Guatemala; además, tropecé con testimonios relacionados con sus otras novelas, desaparecidas”.
–Algunos dudan de que las haya escrito.
–Así es, pero yo encontré un capítulo de la novela Dos tormentas y una aurora , dada también por perdida, y que la Editorial Leyenda, de México, iba a publicar con un prólogo de Alfonso Reyes, lo cual no se hizo realidad. Cuando fungía como cónsul de Costa Rica en Guatemala, Mario A. Esquivel localizó otros de sus textos perdidos, como “Harry Campbell Pall”.
–La ‘editio princeps’ de ‘ La ruta de su evasión’ [ 1949] casi no circuló en Costa Rica.
–En esos tiempos no había una interrelación tan activa entre los sucesos culturales y las universidades. Los profesores de literatura de mis tiempos universitarios eran repetidores de ideas y datos históricos. No tenían metodología ni inquietudes, o temían atreverse a hacer comentarios que los convirtieran en víctimas del choteo.
”La noticia del premio de Guatemala circuló en los grupos de amigos intelectuales de Yolanda. Yo me pregunto entonces si entre ellos no pululaba el gusanillo de la envidia”.
–¿Explica el desconocimiento de ese libro que la novela experimental haya comenzado a cultivarse aquí solo a mediados de los años 60?
–En efecto. La novela experimental, iniciada en nuestro país por Yolanda por los años 40, comenzó a proliferar. Carmen Naranjo con Los perros no ladraron [1966], y al año siguiente, yo, con Noche en vela , abrimos la puerta a esa directriz literaria.
”Alguien –no recuerdo quién– publicó un articulito en el que ponía énfasis en que fuéramos las mujeres las que habíamos abierto esa trayectoria e instigaba a los hombres a no quedarse atrás: como que el autor pretendía empezar una guerra genérica en la narrativa tica, pero no se le dio. En eso apareció Julieta Pinto con sus excelentes libros, y con ella otras narradoras y poetas, para hacer más voluminosa la presencia de las mujeres”.
–Se ha vinculado ‘La ruta de su evasión’ con otra novela, de María Luisa Bombal.
–Se intentó afirmar que La ruta de su evasión tiene una marcada influencia de La amortajada [1938], de María Luisa Bombal, pero Yolanda afirmó que no conocía nada de la autora chilena. Quizás por esto, Yolanda cambió La poseída , el primer título que le había puesto a su novela, y lo dejó en La ruta de su evasión . Hace unos años, en un simposio internacional que se celebró en Buenos Aires, una reconocida crítica chilena dio una conferencia sobre la literatura escrita por mujeres en Hispanoamérica, pero no mencionó a Yolanda Oreamuno.
”Yo sabía que la conferenciante había leído su obra, por lo que al final de la conferencia le reclamé, pero su respuesta fue evasiva. En los países del Cono Sur no dan crédito a los valores centroamericanos. Si consideramos el conjunto total de ambas obras (novelas, cuentos, ensayos), es obvio que Yolanda supera a la chilena, y conste que Bombal siempre me ha gustado”.
–En su libro ‘ La narrativa de Yolanda Oreamuno’ , usted sigue el derrotero de los estilos de la escritora. ¿Puede creerse que ‘ La ruta de su evasión’ revela un “estilo definitivo”?
–No lo podría afirmar porque unas novelas de Yolanda, anteriores y posteriores a La ruta de su evasión , han desaparecido misteriosamente; mientras no se localicen, no podemos afirmar nada. Sí sé que, desde sus comienzos como escritora, se caracterizó por un estilo maduro con marcado lirismo, como en Apología del limón dulce , Valle alto y otros.
”Lo que me sorprende es comprobar que, cuando se habla de Yolanda Oreamuno, existe la tendencia a concentrar la atención en esa novela, y se olvida que Yolanda fue una excelente autora de cuentos como “Don Juvencio” (1936), “Valle alto” (1946), “De su obscura familia” (1951) y muchos otros. Todavía en la actualidad se leen con placer”.
– Usted recuerda que Yolanda Oreamuno cesó de escribir a los 36 años, en 1952. ¿Qué explicación puede haber para esta decisión?
–En el suplemento literario del Excélsior , de México, en 1956, el editor publicó una nota necrológica dedicada a Yolanda y en ella menciona que, cuatro años antes, él le había pedido que le enviase más colaboraciones suyas al suplemento, pero ella le había respondido que había dejado de escribir. En la misma nota, el editor se lamenta de esta decisión y explica que muy pocos tienen el talento de esta narradora tica.
”A partir de que le quitaron a Sergio, su hijo, en los últimos días de su vida Yolanda no encontraba ningún incentivo para seguir viviendo; así, debilitada física y espiritualmente, una neumonía la entregó a la muerte”.
–Yolanda Oreamuno renegó de su condición costarricense en una carta a Joaquín García Monge en 1948. ¿Qué opinión le suscita esa renuncia?
–Escritores como Miguel de Unamuno, Pío Baroja y otros pudieron darse el lujo de hablar mal de su terruño pues se sentían muy españoles; además, ellos tenían bien consolidado su reconocimiento como escritores. Yolanda no gozaba de esa condición cuando hizo tal declaración, y quizás por esto comenzó a sacar a relucir sus orígenes francés y nórdico, con su apellido materno: Unger.
”Al comprobar la indiferencia de su país, se sintió tan enajenada que adquirió la nacionalidad guatemalteca y después la mexicana. La ironía de su vida es que muere como mexicana, pero en ninguna de las historias ni en las antologías de la literatura mexicana, que yo sepa, se incluye su nombre. En cambio, gracias a García Monge y a Lilia Ramos, Costa Rica la acoge como hija dilecta y hoy le da el lugar que su obra se merece”.