“Pasate a la izquierda, que la derecha ya no está de moda”.
Esa frase, dicha en son de broma, pero también en serio, fue la que Rafael Correa, presidente de Ecuador, le dijo a su homólogo mexicano, Felipe Calderón, cuando se lo topó detrás de la tarima del traspaso de poderes.
El momento, que tuvo como testigo de lujo a Álvaro Uribe, presidente de Colombia, provocó la risa de periodistas y hasta de la propia seguridad del mandatario ecuatoriano.
Precisamente, la visita de Correa a Costa Rica fue tan variada y colorida como sus camisas bordadas con dibujos indígenas.
Durante su estadía de siete horas, Correa rompió frecuentemente el protocolo para saludar a todo aquel que le solicitó su atención o para atender a la prensa.
De la presidenta Laura Chinchilla dijo que esperaba “la mejor comunicación posible” para estrechar los lazos de amistad entre ambos países.
Correa comentó que durante el almuerzo ofrecido por Chinchilla, la invitó a realizar una visita oficial a Ecuador.
Cumplidos todos sus compromisos, Correa estuvo parte de la tarde en la Embajada ecuatoriana, ubicada en Rohrmoser.
Allí se despojó de su saco, se arrolló las mangas y, junto a varias decenas de compatriotas, cantó y degustó comida típica costarricense. También le regalaron una carreta típica a escala, la cual llamó su atención.