Derrumbes en la vía: ¿Coincidencia?
Desde que comenzó el invierno, los automovilistas que viajan hacia los principales puertos del país –Caldera y Limón– se han expuesto durante su viaje a ser golpeados por una lluvia de rocas y lodo que se desprende de las paredes laterales de esas carreteras.
A finales de mayo, a algunos que recorrían la ruta 27 a Caldera les cayeron piedras de más de un metro diámetro.
Los derrumbes ya provocaron la muerte de una motociclista, obligaron a cerrar el paso, generaron largas filas (que aumentaron el peligro de los viajeros) y dañaron a decenas de vehículos.
La causa de los reiterados desmoronamientos es que parte de las paredes laterales de esa carretera se construyeron con cortes demasiados verticales que se vuelven inestables ante las precipitaciones.
A las pruebas prácticas que ofreció la naturaleza, se sumó luego un estudio del Colegio de Ingenieros y de Arquitectos que determinó la existencia de 12 zonas de alto riesgo ubicadas entre Atenas y Orotina.
Los expertos del Colegio de Ingenieros advirtieron que durante la época lluviosa o en la eventualidad de un sismo de mediana magnitud, de los taludes podrían desprenderse rocas de gran tamaño que caerían sobre los automovilistas.
A la pregunta de por qué el Gobierno decidió recibir sin terminar una carretera que costó $250 millones, la viceministra de Obras Públicas, María Lorena López, aportó como argumento que la carretera “está terminada, porque opera”, pero admitió que la geotecnia de la vía aún no se ha concluido.
La entrega de la nueva vía que une San José con Caldera estaba prevista para julio de este año, pero se adelantó para el 27 de enero y formó parte de la maratón de inauguraciones que protagonizó el presidente Óscar Arias durante los últimos días de su gestión.
¿Coincidencia?