A Óscar Castillo Herrera nadie le quita lo bailado. Su larga trayectoria como actor, productor, guionista, cineasta y creador de exitosas series de televisión le dan el título de ser uno de los grandes impulsores del cine y la producción audiovisual costarricense.
Afiches de algunas de sus películas decoran las paredes de su oficina en Producciones Orosi, un lugar impregnado por el espíritu creador de quienes se sumergen en ese mundo de cámaras, luces y fantasía. Ahí se realiza esta entrevista.
¿Quién es Óscar Castillo Herrera?
Este hombre alto, de pelo cano, piel áspera y voz profunda, nació un 15 diciembre 1941 en Jaboncillal de Mata de Plátano de Goicoechea. Su sueño de ser médico se vio truncado por falta de recursos económicos y luego tuvo una fallida carrera como marino en la Academia Naval de Cartagena, Colombia, a la cual acudió para calmar la angustia.
Más tarde, siendo estudiante de Ciencias Económicas en la Universidad de Costa Rica, alentado por el rector Rodrigo Facio Brenes, se lanzó de lleno a las tablas. De su autorretrato sobresale la gran influencia que tuvo en él su madre, Amable Herrera Blanco, quien le inculcó con su ejemplo la importancia de hacerlo todo en función de los demás en procura de una sociedad más justa y generosa.
Su entusiasmo por la dramaturgia se había comenzado a gestar desde la adolescencia, cuando acostumbraba aprovechar la visita de las compañías españolas para asistir los domingos al Teatro Nacional y disfrutar de las obras de teatro durante todo el día.
Creció al lado de los grandes: Esteban Polls, primer director de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y profundo conocedor del teatro clásico, le enseñó el verso, a entender la puesta en escena y las relaciones del público. Atahualpa de Cioppo y Oscar Fressler fueron sus dos grandes maestros, este último, casi un hermano.
Oscar Castillo fue director de la CNT a los 33 años (1974). Se fajó estudiando para estar a la altura de contertulios de la talla de Alberto Cañas, Guido Sáenz, Guido Fernández y Lenín Garrido; de ahí su amplio bagaje cultural.
Fue también en los 70’s cuando la corriente del creador del Teatro Nacional Popular en Francia, Jean Villar, lo conquistó. “Por eso es una época dorada. Pero no salió de la nada, había todo un concepto de lo que el teatro tenía que ser. En el año 75 hicimos 323 funciones para más de 100 mil espectadores en todo el país,” comenta con orgullo.
Los recuerdos lo sacuden y se levanta de su silla. Se ríe, camina y gesticula como si repasara el guion de una de sus obras. “Había teatro de martes a domingo'realmente he sido muy loco' El público hay que construirlo y crearlo. Por eso tenemos un problema con el cine. Todo está construido para ellos.”
De la emoción pasa al silencio, y de ahí al lamento. “Abandonaron una política teatral coherente y de compromiso con la sociedad. Hay un desperdicio enorme de recursos para hacer montajes multimillonarios que alimentan el hedonismo y la egolatría de unos cuantos. Han hecho montajes de 45 millones de colones para 2.500 espectadores porque se creen tocados por la Gracia Divina y no le retribuyen nada a la sociedad”, se queja.
“Eso comenzó a cuajarse a finales de los ochenta. Igual sucedió en la educación, la salud, la vivienda'es todo un pensamiento globalizado, es la imposición de una cultura y de una forma de ver la vida que ganó la batalla a finales de los 80. Es crear consumidores pero en ningún momento ciudadanos críticos de la realidad que los circunda. Lo único que nos mueve son intereses económicos”, reflexiona.
Lo que sí tiene claro es qué le dejaron esos 20 años de hacer teatro.
“¿Qué me dejaron como ser humano, como creador, como intelectual, como ciudadano, como hombre de mi época, como soñador'? Hay una frase de Atahualpa (del Cioppo) que siempre recuerdo. “Castillo, el teatro no hace la revolución, pero algo hará que nos persiguen tanto.”
La idea de hacer cine, de tener una productora y una distribuidora para construir espacios para el cine latinoamericano conquistó a Óscar Castillo, y así nació la Sala Garbo.
En esta nueva aventura le acompañaron personajes como Samuel Rovinski, Antonio Yglesias, Carmen Naranjo, Sergio Ramírez y Nicholas Baker.
Además de comerciales y documentales, la producción de cine estaba en su apogeo. Castillo trabajó con la televisión alemana en la realización de filmes como
--Se dice que hacen falta buenos guionistas en nuestro cine. ¿Qué opina de eso?
--Eso es mentira. Hablan mucha tontería. En la industria norteamericana en un año malo se presentan 360 mil guiones y no hacen más allá de 250 películas. El guion es de lo más complicado que existe. Por eso es que hay tan pocos dramaturgos de buen nivel en el mundo. No es un problema nacional, es universal. Pocas cosas son un don de la naturaleza como la capacidad de escribir diálogos.
--¿Es necesaria una formación profesional de actores para cine?
--No. Eso es otra mentira. Lo que sucede es que las escuelas de teatro en mi país forman muy mal a los actores. Los mejores actores del mundo en cine, todos sin excepción, vienen del teatro. Si los maestros no tienen talento los alumnos menos. Uno va al teatro y solo oye gritos.
--¿Es cierto que su ego es tan grande que es parte de su cuerpo y de su sombra también?
--La vida me ha ido enseñando a temperar el ego. ¿Para qué tanta vanidad?
--¿De su época de actor cuáles obras y papeles recuerda con más cariño, por qué?
--
--Todas. Tengo más de veinte hechas como actor, productor, director o guionista. En cada una de ellas encontré muchos motivos de satisfacción.
--Del cine tico se critica que algunos directores (as) quieren hacerlo todo: dirigir, actuar, escribir el guion y hasta editar. ¿Qué opina?
--Es parte del parto y los primeros meses de crecimiento del cine nacional. No obstante eso también se da en industrias como Hollywood.
--¿Toma en cuenta la opinión de los críticos?
--Francamente no.
--¿Se ha arrepentido de haber hecho alguna de sus películas?
--No.
--¿Sigue pensando que
--Sigo pensando que el cine en Costa Rica está en pañales y que todas las películas que se hagan deben ser muy bienvenidas por todos los costarricenses. Solo haciendo películas se podrá construir, algún día, una industria de cine nacional. Solo los majaderos pretenden comparar o descalificar nuestras películas.
--¿Qué le disgusta del medio artístico nacional?
--Disgustar no es el calificativo correcto. Desde siempre hemos padecido la pequeñez y el aldeanismo del medio.
--¿Tiene enemigos en el medio?
--No tengo la menor idea.
--¿Cuál es su mayor virtud y su mayor defecto?
--He sido muy perseverante en el propósito de crear una industria de cine en Costa Rica. Me molesta mucho la ignorante arrogancia.
--¿Cuál película costarricense, que no sea suya, le ha gustado más?
--Pienso que
--¿Cuál sería su película soñada?
--
--¿El cine debe primordialmente entretener, o educar?
--Es ante todo un medio de entretenimiento que puede alienar, embrutecer, pervertir, transformar, educar, motivar, movilizar. Un cine de calidad debiera coadyuvar al desarrollo intelectual, estético, cognitivo y espiritual de los espectadores, de la persona humana.
--¿Cómo se dio lo de las series de televisión? ¿Qué aporte le ha dado Oscar Castillo a la producción local?
--Fueron la respuesta a un gran vacío en la televisión del país: la ausencia de producción nacional que lograra identificación con los telespectadores. Ese camino aún está en lastre.
--Hubo una o dos series de televisión que no prosperaron. ¿Qué falló ahí?
--¡Ayyy!!! ¡Quién tuviera una bola de cristal!
--¿Qué lo movió a hacer
--Cuando veo la reacción del público, se reafirma mi convicción de que tanto trabajo valió la pena. La historia se encargará de darle el lugar que se merece en el desarrollo del cine costarricense.
--¿Cómo hacer del cine un negocio sin vender los ideales? ¿No comparte usted a veces la frustración del personaje Federico?
--No me conformo con que no hayamos podido crear una cadena de distribuidores y salas de exhibición a lo largo de América Latina, para exhibir nuestro cine y el maravilloso cine de otras latitudes. Un cine que sea expresión de la alegría caribeña, la nostalgia por el paraíso perdido, el sentido de convivencia, nuestra manera de amar, la vida en las grandes y pequeñas ciudades de países que hablan el mismo idioma. Una red que nos permita liberarnos de la terrible tiranía de la industria de Hollywood que produce, cada día más alienación, tontería, “consumidores” de explosiones y persecuciones sin ton ni son, todo, menos individuos con conciencia crítica.
--Usted hace teatro, cine y televisión, ¿por qué se quedó en Costa Rica?
--Porque amo a mi país y porque siento una enorme responsabilidad social, en tanto que artista, por trabajar en su crecimiento y el de su gente.
--¿Qué le hace falta al cine costarricense para terminar de despegar?
--Muchas películas, crear su propio público, abrir los espacios de la exhibición. Una golondrina no hace verano.
--Además del cine, la televisión y el teatro, ¿qué otra cosa le apasiona?
--¡Uyyyy!!! Muchas cosas' Desde un atardecer hasta la voz cantarina de las mujeres.