No sé qué le pasa a los ticos. En la reciente Feria del Libro, se lanzaban sobre los libros extranjeros, pero a pocos les interesa conocer lo que escriben autores nacionales. ¿Será complejo de inferioridad?
Dicen que nadie es profeta en su tierra' Ya viejas campañas como la de “compre y use lo que Costa Rica produce”, intentaban estimular el aprecio por lo nuestro y contrarrestar esa locura por lo extranjero. La subestimación de lo cercano parece contradictoria en una sociedad que, en el decir de los vecinos, se define como “la mejor”. Creemos que somos “muy carga”: los más democráticos, pacíficos, negociadores, los mejores productores de café y de bellas mujeres' Y si sufrimos por problemas específicos, nos consolamos pensando que “todo mito tiene algo de realidad”. Rajamos con lo que nos pertenece, nos comparamos y nos subimos la autoestima pero, a la hora de la hora, andamos detrás de lo foráneo.
La verdad es que nos movemos entre los complejos de inferioridad y superioridad, y el ansia de ser como los modelos que nos exportan. Esta contradicción nos debe llevar a reflexionar y a conocer nuestra producción artística. Es triste la indiferencia o el rechazo de un libro o de una autora por ser nacional. Es grave que se sospeche de la calidad si no viene de otros países.
Es injusto dejar de lado un texto simplemente porque no está metido en la cadena publicitaria del mercado. En los últimos tiempos se ha hecho un enorme y fructífero esfuerzo editorial, aunque falte mejorar los mecanismos de distribución.
Con las redes sociales, el Club de Libros y los espacios en los medios de comunicación, se ha logrado avanzar, pero aún no es suficiente la divulgación y la crítica constructiva. Es evidente que las personas no podemos amar y defender con fuerza lo que no conocemos. Por eso, mi consejo es muy concreto: lea nuestra producción literaria, disfrútela y apóyela. Se dará cuenta de que vale la pena y de que, con estímulo, cada vez seremos capaces de regalarle mejores libros.