25/04/2012 En la noche los Guardaparques Maikael Perez y Geiner Golfin , de azul Carlos Hiller, de gorra negra Andres Lopez y Ilena Zanella en la Cocos Patrol/Alonso Tenorio (Alonso Tenorio)
En Santa Fe, un pueblo al norte de Buenos Aires, Argentina, un grupo de chiquillos quería ir a conocer el mar.
Hicieron una balsa que tiraron a uno de los afluentes del río de la Plata. Su aventura los condujo hasta la misma desembocadura en el océano.
Uno de esos chiquillos era Carlos Hiller, artista plástico que vino a Costa Rica hace 20 años.
Aquí, el argentino-costarricense aprendió a hacer snorkeling y a bucear. “En ese momento mis cuadros se inundaron de la belleza que hay en el mar. No pude evitar pintarlo”, manifestó.
A partir de entonces soñó con visitar una isla con turquesas en la paleta. ”Para cualquier persona que ama el mar, Isla del Coco es la representación del paraíso”, expresó Hiller.
Esa oportunidad le llegó como turista en el 2008. El barco llegó en horas de la madrugada y ancló en el islote Manuelita, cerca de bahía Chatham. Hiller salió a cubierta y vio cómo el amanecer llenó con su luz aquella roca mientras las aves alzaban el vuelo.
”No pude contener las lágrimas. Lloré como un chiquito en frente de todo el mundo”, contó . Y agregó: ”Uno puede soñar con visitar la Isla del Coco y, cuando finalmente se realiza, es...”, agregó el artista antes de acabársele las palabras y mientras se erizaba su piel.
Voluntariado. “Ese primer viaje también reafirmó el sentido que le daba a mi pintura. Empecé a hacer los primeros cuadros relativos a la isla y creo que eso naturalmente fue llevándome a visitarla como voluntario”, relató.
En mayo del 2011, el artista llegó al parque nacional con pinceles y pinturas para colaborar con los guardaparques en la restauración de la casa de voluntarios, donde dejaría plasmado su arte en un mural. “Venía por 15 días y me quedé un mes”, contó.
Pronto se vio involucrado en otras tareas, como los patrullajes contra la pesca ilegal y colaboraciones con los investigadores del proyecto de marcaje de tiburones punta blanca.
”Para pintar tengo que ver de primera mano. Tengo que crear experiencias en mí a partir de estos encuentros con las criaturas marinas y con los paisajes submarinos, para tratar de transmitir lo que se siente estar debajo del agua”, explicó .
El trabajar en gran formato le permite a Hiller realizar un manejo del color con el cual propicia una atmósfera submarina que despierta la sensación de estar buceando a su lado.
“Por eso me gusta mucho el trabajo en mural; creo que me da la posibilidad de que la gente se sienta inmersa en la obra, y al verla pueda experimentar lo que se siente encontrarse con uno de esos animales”, comentó Hiller.
Aparte de los murales, el artista colaboró con los guardaparques e investigadores de la organización Misión Tiburón en la elaboración de una guía de especies pelágicas de Isla del Coco. La idea de esta guía es ser una herramienta para la identificación de los animales que quedan atrapados en las líneas de pesca que ingresan ilegalmente al parque nacional.
“Ojalá de esta manera esté dejando un granito de arena que aporte a la conservación, a crear un poco de cambio en la mentalidad de la gente”, comentó el artista.
Acortar la distancia. Su sueño es realizar un mural en San José para que más ticos conozcan la isla.
¿Puede el arte acercarla al continente? ”Yo me siento, gracias al arte, como un embajador de las maravillas de la Isla del Coco. Mis cuadros y murales reflejan una idealización del cómo veo la isla, y ojalá estos logren transmitir lo que en mí produce este lugar. Quizá esa sea la misión de mi trabajo: que la gente vea el mar como algo bello”. Seguir a @michellesoto80!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0];if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src="//platform.twitter.com/widgets.js";fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document,"script","twitter-wjs");