Aunque escuchar cantos de aves podría ser música para nuestros oídos, un reciente estudio publicado en la revista Science Now confirma que los intervalos en dichos cantos no coinciden con los intervalos propios de la música.
La investigación hizo una comparación entre escalas musicales de 5, 7 y 12 notas y las frecuencias en el canto de varias aves de la especie Microcerculus philomela , conocida con el nombre común de soterrey ruiseñor y residente de la región del Caribe norte de Costa Rica.
“El principal hallazgo es que los cantos de esta especie no siguen las escalas musicales, por lo que parece improbable que suceda en otros tipos de aves”, dijo Marcelo Araya, biólogo costarricense y autor de la investigación.
Al igual que los loros, el colibrí y el pájaro campana, el soterrey ruiseñor tiene un canto que es aprendido y que se define a partir de factores como la selección natural, la competencia sexual y la deriva genética.
El estudio cotejó las tres escalas con el canto de 81 pájaros, para un total de 243 comparaciones. De la muestra investigada, solo un 2,5% de la totalidad presentó similitud con los intervalos armónicos.
El canto del soterrey ruiseñor es altamente inestable y tiende a variar dentro de escalas geográficas muy pequeñas.
“En ocho sitios de la región Atlántica norte (Caribe) de nuestro país, el canto de estas aves varía ya que es un canto aprendido ”, explicó el investigador.
Sobre la especie. Según la lista de especies de Costa Rica del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio), el soterrey ruiseñor mide unos 10 cm y pesa cerca de 18 g. Es un pájaro pequeño y oscuro que camina en el bosque mientras mueve su cola hacia arriba y abajo.
El soterrey husmea y con el pico escarba entre la hojarasca, en busca de insectos, como arañas, ciempiés, cochinillas y otros invertebrados que le sirven de alimento.
Los machos son los que cantan y lo hacen desde el suelo o la vegetación baja del bosque.