Nueva York, EE.UU. (New York Times) Los dispositivos portátiles, cada vez más equipados para permitirle al usuario hacer cada vez más cosas, están invadiendo la privacidad de las personas, lo quieran o no.
Por ejemplo, los lentes Google Glass por un lado permiten al usuario acceder a diversos contenidos desde el aparato superliviano ; por el otro, deja a su interlocutor con dos opciones: mirar hacia una cámara que los está mirando de frente constantemente o salir de la habitación.
No es sólo un problema de Google. Otros dispositivos tienen mucho potencial para invadir la privacidad.
Memoto , una diminuta cámara automática que parece un fistol que se puede usar en una camisa, puede tomar dos fotos por minuto y posteriormente cargarlas a un servicio en línea. Los fabricantes del dispositivo se jactan de que viene con un año de almacenamiento gratis y le llaman “memoria fotográfica revisable y compartible”.
Apple también está trabajando en productos computacionales portátiles, presentando numerosas patentes para una “visualizador a la altura de los ojos” y cámara. También se espera que la compañía dé a conocer un reloj de pulso iWatch a fines de este año.
Otras empresas incipientes en Silicon Valley también están creando productos que están diseñados para captar fotos de las vidas de las personas.
Pero ¿qué hay de las personas que no quieren ser grabadas? ¿No tienen voz?
Enfréntenlo, dicen los defensores de la computación portátil. “Cuando están en público, están en público. No quiero que me digan que no puedo tomar fotografías en público sin su permiso”, dijo Jeff Jarvis, autor del libro Public Parts y profesor de periodismo en la City University of New York.
En su opinión, este mismo debate sucedió en la década de 1890, cuando las cámaras Kodak comenzaban a aparecer en parques y en las calles de la ciudad.
La sociedad eventualmente se adaptó a las cámaras, pero no sin algo de pelea, algunas cámaras rotas y muchas batallas en tribunales.
Hoy, vivimos en un mundo con más de 1.000 millones de smartphones con cámaras incorporadas, pero estos suelen ir en el bolsillo o en el bolso, no sobre el cuerpo de su dueño.
“La mayoría de la gente no está hablando de privacidad aquí, está hablando de si es adecuado socialmente”, dijo Thad Starner, quien es el director del Grupo de Computación Contextual en el Instituto Tecnológico de Georgia y asesor técnico del equipo de Google Glass. En su opinión, la mayoría de la gente es respetuosa y no usará sus “computadoras usables” de manera inapropiada.