Aunque la idea temática de la película
El resultado no ha sido grato ni bueno esta vez, porque el filme
Eran los tiempos de filmes apenas recordados con héroes como Durango Kid, Roy Rogers, Gene Autry, Hopalong Cassidy, el Llanero Solitario y Cisco Kid (que recuerdo). De los héroes del género fantástico solo me acuerdo bien de Roldán el Temerario.
Lo cierto es que el cariño hacia los vaqueros me hace ser más exigente con las cintas respectivas. En el caso de
La película muestra buenas captaciones fotográficas del universo propio del Oeste clásico, sobre todo con tomas desde grúas para espacios abiertos, espacios montaraces, y con algunos bien logrados planos-secuencia (son secuencias filmadas en continuidad, sin corte entre planos, sin montaje; viene del francés “plan-séquence” y en inglés lo llaman “long take”).
Sin embargo, eso no es suficiente: el filme no tiene el intimismo propio de toda buena película de vaqueros, no hay sentido épico tampoco (pese a la atractiva vastedad del paisaje). En esta película, el mito y la historia desaparecen cuando surgen naves de luces potentes y alienígenas monstruosos, endriagos de otros planetas (¿por qué se insiste en el concepto de ver a los extraterrestres como demonios o personificaciones groseras del mal?).
Así, la mencionada mezcla de dos géneros resulta forzada: el filme no logra credibilidad propia ni coherencia interna. Hay serios problemas de índole estética y –sobre todo– hay raquitismo narrativo, por lo que el relato pierde fuerza o se torna repetitivo conforme avanza de manera predecible.
De pronto, uno siente que los actores están como perdidos ante la naturaleza temática de este largometraje, casi que se miran uno al otro pidiendo ayuda histriónica, mientras al director del filme solo parece preocuparle que todo se acomode a los efectos especiales que habrán de agregarse luego a la película (con el montaje).
Lo peor es que eso suceda con actores experimentados como Daniel Craig y Harrison Ford, quienes, además, pecan por darle afectada resonancia gutural a sus voces, como si así reflejaran la actitud de sus personajes. En cuanto a lo fantástico como género,
En ese espacio ambiguo que se mueve esta película, si bien la fotografía es acertada, la música no resulta lo mismo y, aunque melódica (si se quiere), se pierde entre los vericuetos de esta costosa producción. No creo que los géneros sean incompatibles en una sola película. En este caso, lo que faltó es genio para la tarea, con un guion sacado con fórceps y una puesta en escena que semeja el afán de ponerse unos zapatos pequeños sin calzador.
No olvidemos que una película es algo más que la suma de sus partes o componentes. Si esta suma no da el resultado exacto, entonces se pierde la fuerza de la estructura lógica de sus ideas e, igual, se esfuma la seducción de sus imágenes. Es lo que pasa con