Es una pieza realizada en el 2012 que registra la desaparición de la representación de un paisaje tropical, hecho desde mi propio cuerpo, con bronceador artificial. El bronceador opera aquí en su materialidad misma, para cuestionar la artificialidad o maquillaje con que se ha elaborado nuestro imaginario nacional, no solamente en términos físicos, como construcción de una idea de paisaje idílico, de suelo virgen, exótico, modelado para salvaguardar el confort de sus visitantes con cómodas instalaciones y caminos; sino también en tanto paisaje en calidad de “panorama”, pues en términos políticos y económicos, el turismo como actividad socio-económica, ha impactado dramáticamente la configuración espacial de Costa Rica, tanto en términos físicos como imaginarios
La de-construcción del paisaje sigue la lógica de desaparición gradual de la imagen, ya el tinte sale del cuerpo solo con “lavadas”, que en este caso blanquean la imagen. Este blanqueamiento alude a las políticas que se instauraron en determinados procesos históricos, desde que se configuró el país como estado independiente, pero que operan aun hoy.
La pieza tiene relación también con el tema del archivo y la memoria, pues es la documentación de una acción, pero a la vez reflexiona sobre el desvanecimiento de una memoria colectiva. Pero la obra alude también al concepto de simulacro, pues si el sol actúa directamente sobre el territorio, ubicando a los cuerpos en coordenadas y tiempos específicos, el bronceador artificial que utilicé es por su naturaleza misma, destemporalizado.
Así, el bronceador artificial, aplicado por medio de esténcil, tiñe parte de mi piel, volviendo oscuro el paisaje visibilizado, a través de un arquetipo: el color de piel que se “debería” tener en un país tropical. El blanco actúa mas desde la invisibilidad, ya que esta condición es una de las principales características que se constatan en los estudios críticos en torno a la “blanquitud”, porque ésta mantiene la convicción de que su existencia es neutra y natural, que su presencia pasa desapercibida para el otro. Pero bajo la presunción de invisibilidad, se esconde una de las estrategias más primarias de preservación del poder: en la relación entre amo y esclavo, el amo es a la vez omnipresente e invisible, superior y universal.
Esta relación de poder funciona también en términos de posesión y control de la mirada. Occidente no solo ha construido al otro en oposición a sí mismo, sino que ha renegado el derecho a la autorepresentación. Autodefinida como blanca, la sociedad costarricense termina “blanqueada” y “blanqueándose”, por medio de un proceso de uniforma-ción, asentado en la una imagen occidentalizada del “querer ser”.
Este trabajo está realizado por medio de fotografía digital impresa en camba y tiene las medidas de 156 x 186 cm en su conjunto. Se puede observar actualmente dentro de la reciente exposición de Teor/éTica, Hombres entre las ruinas .
Nota. A pedido del autor, publicamos la versión original de su artículo.