“La música tiene que recuperar los poderes que en algún momento tuvo”. Esa es la sentencia que pronuncia con firmeza –y algo de esperanza– la colombiana Andrea Echeverri, mientras conversa sobre su nuevo disco como solista:
Ese poder que evoca, y al que hace referencia la espigada mujer de 45 años, nada tiene que ver con la época dorada del disco o el
Para Andrea, atrás quedaron las excesivas giras, las ventas galardonadas, el sonar en radios comerciales o el grabar en los estudios más caros; otros son los parámetros con los que se ha querido regir. Ahora, hace las cosas a su manera.
“Puedo hacer música como un quehacer diario, a mi ritmo, en casa, como me gusta”, eso dice Echeverri, una mañana de enero, mientras viaja en carro al lado de Héctor Buitrago, la otra mitad de Aterciopelados. Ambos se dirigen a un ensayo en su “tocadero” en Bogotá.
“El mercado o las ventas dejaron de ser prioridad para mí y para Aterciopelados. Ahora nos mueven las causas y las luchas por temas que consideramos importantes. Y sí, estamos desafiando un mercado, y eso a mucha gente no le gusta, pero uno debe estar convencido de lo que hace”, agrega esta colombiana, quien es símbolo de paz, de respeto por el ambiente y de energía positiva en toda América.
En esta ocasión, la artista nos presenta su segundo disco como solista:
Es una producción que lanzó en diciembre pasado, y con la que da continuidad al disco que editó en el 2005. Este, sin embargo, tiene la gran diferencia de que fue autoproducido, autograbado y autocompuesto en casa.
Es también un trabajo en familia, ya que algunas percusiones las hizo su esposo, Manolo Jaramillo; su madre, Amparo de Echeverri –con quien Andrea ya publicó un disco– está en los coros, y su hija Milagros, de 8 años, canta algunas líneas y realizó los dibujos del arte gráfico. Tan solo involucró al músico y productor Richard Blair (de la banda Sidestepper), en la mezcla.
“Fue un proceso bien interesante, que empezó como una actividad lúdica de fin de semana. Me juntaba con mi familia en un estudio pequeño que hay en casa, para recordar cosas de cuando éramos chiquitos e inventamos cosas nuevas. Fue como un escape de la cotidianidad de una familia”.
El año pasado, esta ceramista graduada en Londres, empezó a oír mucho del material que había grabado, y notó cómo su hija se escuchaba casi como una bebé; fue entonces cuando se dedicó a terminar el disco.
También se reunió con Blair, quien, al escuchar su propuesta, le dijo que sus canciones parecían mantras y le aconsejó que no invitara a otros músicos, con el fin de respetar su idea original.
Con ese impulso, Andrea, quien lleva 20 años en la música, empezó a manipular el
Así, con solo su esfuerzo, nació este disco, con temas más personales y de los cuales, Andrea Echeverri, habló largo y tendido a
En este disco, por un lado, hay dos canciones que son
“También, hay canciones para la naturaleza, para la enfermedad. Quise rescatar lo ritual de la música y su verdadera función: que nos ayude a vivir mejor y todo sea mucho más bonito”.
En general, no leo lo que escriben de mí, ya que soy bastante frágil y sensible; por eso, no me gusta leer ni elogios ni críticas. Entonces, no me entero mucho de lo que están diciendo de mí, pero creo que es mejor estar concentrado uno en su camino y en lo que uno está haciendo.
Soy muy parecida a todo el mundo y tengo las mismas frustraciones, tanto con mi familia como conmigo misma. Solo que yo tengo este instrumento que es la música, que me da la oportunidad de reconfortarme y liberarme. Para otros puede ser la religión o los deportes.
Nada de lo físico está desligado de lo emocional, y todas las enfermedades tienen sus raíces en alguna emoción. Si su merced está triste eso desencadena aspectos físicos; en cambio, si uno está de buen ánimo será mucho mejor conllevar la enfermedad. Tampoco es algo que se da de una vez, sino es como que uno va sembrando semillitas que poco a poco dan resultado.
La música tiene que recuperar esos poderes que en algún momento tuvo, y por la que la usaban nuestros ancestros, que nada tiene que ver con lo que ahora pasa. Ese tema también es de nacionalismo, porque acá en Colombia mucha gente se va a otros países, como Estados Unidos, porque creen que ahí todo el mundo es feliz y se vive bien, y esos son espejitos. No hay mejor lugar como el de donde uno es, donde están tus raíces, donde compartes elementos en común con personas cercanas, porque lo más bonito, vital, está por estos lares.
Con flexibilidad, esa es la palabra clave. Si antes tenías un formato de banda grande, entonces las condiciones para tocar tienen que ser amplias y ocupas muchos requerimientos. Por eso
Cada vez estamos más relacionados con las diferentes causas que queremos defender, las cuales se han ido construyendo a través de los discos y las canciones. Acá es donde también entra el tema de la flexibilidad, porque muchas veces las organizaciones manejan muy poco presupuesto o, más bien, somos nosotros lo que damos el aporte, como en el tema del rescate indígena, que estamos defendiendo de que las transnacionales roben sus territorios.
Ahorita estamos haciendo cambios y experimentos; hemos desarrollado un formato como más acústico con cuatro músicos (percusiones, bajo, guitarra y voz). Estábamos usando mucha batería y queremos desarrollar otro tipo de espectáculo. Estamos montando un repertorio de clásicos de Aterciopelados con nuevas versiones y creando otras nuevas. La idea es tocarlas también con temas de mi disco y del
No sé que tanto del pasado vayamos a meter, porque también queremos tocar de lo más nuevito. Apenas lo estamos montando.