Los acuerdos políticos deben ser la columna vertebral de toda democracia, como lo demuestran democracias maduras que cuentan con partidos regidos por una cultura de negociación, responsabilidad y realización, siempre con visión de corto, mediano y largo plazo.
Si un país pierde su capacidad para concretar acuerdos, se expone a ser gobernado por la visión sin contrapeso de un solo partido o bien ser víctima del filibusterismo de las minorías.
En Costa Rica, sea por culpa de los partidos, de la opinión pública o de un sector de los medios de comunicación, hemos caído en una dinámica que sataniza los acuerdos entre los partidos políticos, sin tomar en cuenta que ello nos podría llevar a cualquiera de los siguientes escenarios que a nadie conviene.
El inmovilismo. El país enfrenta graves y demandantes retos, y sin embargo, peligrosamente hemos caído en una cultura en la que se premia decir que no y obstaculizar. Así es imposible avanzar.
Acuerdos debajo de la mesa. Que las fuerzas políticas prefieran tomar acuerdos sin la transparencia y debida cultura de rendición de cuentas, lo que debilita aún más la credibilidad y confianza de los ciudadanos.
Fragilidad política. Si los acuerdos son satanizados per se, desde su misma concepción nacen debilitados y es fácil incumplirlos, en momentos en que el país necesita más bien convenios fuertes para avanzar.
Saco a relucir este tema en esta semana de elección del Directorio de la Asamblea Legislativa, pues el tema de los acuerdos políticos debe trascender a mucho más que esta elección, que si bien importante, por sí sola no resuelve el tema de fondo.
Es claro que tratándose de materias que nos dividen, como la reforma fiscal o los tratados comerciales, entre otros, el país requiere de los espacios necesarios para tener una discusión reflexiva y profunda. Pero es un error quedarnos limitados a ellos exclusivamente, sacrificando áreas urgentes en las que las diferencias son de grado y los acuerdos son más fácilmente alcanzables. (Ej. educación, salud, infraestructura). Por ello, paralelamente debemos buscar los acuerdos políticos en esos campos para que el país avance.
En las últimas semanas, Italia se ha convertido en un referente de la incapacidad de concretar acuerdos, siendo la contraparte los gobiernos de la recientemente desaparecida Margaret Thatcher, Helmut Kohl y Felipe González, estadistas con más de 10 años de ejercicio del poder y que llevaron prosperidad a sus pueblos porque entendieron la esencia del buen gobierno: los acuerdos políticos. La pregunta para los costarricenses es, ¿a quién queremos emular?