Ahora mucho ofrecimiento comercial adquiere forma de acoso, por lo insistente y abusivo. Cómo no, pulula el acoso visual, por ejemplo con tanta valla en la carretera bajando desde el aeropuerto hacia la capital. ¿Creerán de veras su propio cuento los publicistas que andan con cada mensaje dizque informativo, en realidad alienante? Constituye una imposición siendo que la mayoría preferimos el paisaje natural. Y el extranjero directamente se oriente respecto de lo “polo” del entorno... lo mismo vale para ese horrible perifoneo...
Prolifera el acoso digital. Que si “quieres ser amigo”, le preguntan a uno por medio de ofertas que se proclaman amigables; ponga tal o cual estupidez o hasta persona... entre “tus favoritos”: horribles imposiciones linguísticas, por de pronto. De repente, fiel escudero mi portátil, se me llena de “avisos”, bajados del cielo, casi literalmente (cloud-computing le llaman los cultos posmodernos). Prefiero el maná bíblico. Poco menos que imponen actualizar tal o cual cosa, que adquiera, urgente, la última versión de tal o cual programa de fotos, que nunca uso. Gentiles entre gentiles “ofrecen”, la última Windows que debe gustar piensan, entre tanto chiflón de ventanas... Va “todo y más”, asistido y atendido por un “asistente” no solicitado...
“Lee tu mensaje antes de que sea borrado”, urgen por correo electrónico. Y en el modesto celular que uno anda (por aquello de los ladrones: acoso aun menos gentil), para qué, por Dios, este mensajito (¿masajito?): “Kölbi te informa, ya está disponible tu factura...”. Que tal o cual actividad social, esa otra promoción, impertinente, ese “Kolbienvia” (¡vaya palabreja!); insoportable resulta que nos tutean. “Es el sistema” le contestan a uno, “con mucho gusto” en la oficina del ICE. Esa gentileza prefabricada no compensa el tiempo perdido. Como ciudadanos y racionales no ocupamos esa chiquillada del voseo ni el recordatorio frente al deber. Pasa que a alguna gente le gusta ser tratada como parte de una manada. Dentro de poco, en la universidad ¿ofrecerán el “servicio” de recordar a los desmemoriados que “hoy es día de pago”?
Tremendamente sibilinos y asiduos resultan esos acosadores telefónicos. Son iguales o peores que ciertas sectas, que no se cansan de tocar todo timbre que encuentren. Lo asedian a uno, Biblia en mano, citando en forma descontextualizada cualquier frase. En paralelo, tantas compañías consideran de su derecho importunarle en cualquier momento hasta con dudosas encuestas. Promociones, ofertas e ilusiones por el campeonato. Volantes por doquier: en países civilizados basta una frase en el buzón para evitar esos tentáculos permanentes en nombre de la “libertad” de informar...
Gracias al Sr. Juan Elizondo por crear un antecedente jurídico, contra esos majaderos... como aquel banco. También una empresa de televisión por cable, no contenta con quitar lo que a uno le corresponde por compromiso anterior, “ofrece” de manera necia otro contrato. A ellos, olvidadizos que se hacen, les ruego y suplico (aquí en más de cien mil ejemplares) dejar de molestarme, perseguirme. ¿No es acoso telefónico si les contesté clarito, clarito en diciembre del 2011 y este año, entre otros el 16 de enero, igual los días 4, 7, 9 y 21 de febrero, además del 2 de marzo, que NO?
Entiendan, aburridos apóstoles de la insistencia indebida, máxime si en una de esas, apóstatas apócrifos, me prometieron no volver a llamar.
¡Hasta cuándo, señores, de esa compañía de... amnésicos!