Cuando Jorge Cásares acudió a un chequeo de rutina en el Hospital San Juan de Dios y los médicos le preguntaron cómo había logrado que la inflamación causada por la artritis reumatoidea bajara casi un 80 por ciento, solo se le ocurrió pensar que los dos meses de tratamiento con apiterapia habían dado resultados.
Desinflamar es solo uno de los beneficios que podrían tener las picaduras de las abejas. También se dice que sanan dolores articulatorios, alivian dolores de cabeza, activan el sistema inmulógico y corrigen problemas circulatorios como las várices.
Estas picaduras que generan comezón y gran dolor, son parte de lo que se conoce como apiterapia, una técnica que se practicaba en las antiguas Grecia y Roma. En general, se relaciona con el uso médico de todos aquellos productos que fabrican las abejas, como miel, jalea real, propóleos y el más eficiente de todos: la apidoxina o veneno de las abejas.
Para el técnico agrícola y apicultor, Francisco Mejía, este tratamiento se puede aplicar a personas de toda edad, siempre y cuando se les realice antes una prueba bioenergética para determinar si son alérgicas. Otra excepción son las mujeres que se encuentren en los primeros tres meses de embarazo.
Muertas o vivas
Según Mejía existen dos formas de emplear la terapia: la primera es quitándole a la abeja el aguijón para que el terapeuta punce los puntos de dolor y coloque la microdosis necesaria. Con este sistema, la abeja muere. La otra posibilidad es que la propia abeja viva pique al paciente; sin embargo, esto es más doloroso.
El apicultor explica que esta terapia debe complementarse con cambios en la alimentación
del paciente y mayor actividad física.
Cásares, de 67 años, comenta que además de la desinflamación de sus articulaciones en manos, hombros y rodillas, también ha notado que los piquetes le dan energía. Esto se debe a que el veneno que producen las abejas (apitoxina) estimula la liberación de un neurotransmisor llamado corticotropina, que activa las glándulas suprarrenales y esto aumenta la secreción de cortisona. La cortisona actúa sobre las articulaciones adoloridas, las desinflama y las alivia.
Artritis reumatoide, fibromialgia, asma y cáncer, son enfermedades que los ticos están tratando con apiterapia, dice la apiterapeuta Iliana Cabanas.
“La artritis es lo que más he tratado y con excelentes resultados. He tratado a pacientes que tienen cambios notables en pocas sesiones. Mejora su circulación, tienen menos rigidez, y se eliminan la inflamación y el dolor”, comentó Cabanas.
Otro de los beneficios de esta terapia es la disminución del dolor en los pacientes con cáncer. Tal es el caso de María Cecilia Matamoros, quien hace un año fue diagnosticada con esta enfermedad y dice que sus malestares han disminuido desde que es picada con abejas.
Como parte de su terapia, a Matamoros también se le aplica la crema de propóleo (sustancia que obtienen las abejas de las yemas de los árboles) para calmar la picazón propia de la técnica.
La apiterapeuta explica que varios enfermos con cáncer también usan apiterapia antes de cada sesión de quimioterapia para reducir sus efectos secundarios.
En Costa Rica, existen diversos lugares que aplican esta técnica como Casa Ames y Coloreando Auroras. Su costo promedio es de ¢21.000 la primera sesión, y ¢10.000 las siguientes.