Nadie podía imaginarse lo que estaba por venir, cuando se publicó esa canción: tenía una letra sencilla y solo alcanzó un modesto lugar 17 en las listas de popularidad.
Aquel 1962 les había dado a esos veinteañeros aspirantes a estrellas de rock and roll algunos golpes bajos: fueron rechazados en audiciones; un tumor acabó con la vida de un exintegrante; al baterista lo sacaron por exigencia de quien sería su productor.
Eso último les costó salir del local en el que tocaban, pues la madre del expulsado era la dueña.
Además, los fans no estuvieron de acuerdo con el relevo y al nuevo le pusieron un ojo morado.
No, nadie era capaz de pronosticar lo que aquellos irreverentes muchachos, junto un vendedor de discos devenido mánager y un estirado productor sin mayor afinidad con el rock and roll, iban a lograr en los siguientes ocho años.
Sin embargo, Love Me Do (Ámame) fue la sencilla carta de presentación del grupo más aclamado de todos los tiempos: Los Beatles.
El 5 de octubre de 1962, el cuarteto de Liverpool hizo su debut discográfico con ese tema: la letra fue compuesta por Paul a los 16 años de edad; John realzó la melodía con su armónica (robada, por cierto).
A tocar. “Quizás”, fue la lacónica promesa de grabación de George Martin, jefe de Artistas y Repertorios de la Parlophone, al mánager de Los Beatles, Brian Epstein. Ese quizás de julio de 1962 iba con una condición: tenían que deshacerse del baterista, Pete Best, porque no era bueno.
El 16 de agosto de 1962, Brian Esp-tein despidió a Best, y el 12 de setiembre el grupo se presentó con su nuevo batería: Richard Starkey, conocido como Ringo Starr.
Martin no sabía nada del despido y, además, contrató a un músico de estudio: Andy White.
Los biógrafos de The Fab Four coinciden: la cara de tristeza de Ringo con la pandereta que le asignaron era capaz de partirle el corazón al más duro de los camioneros.
Ablandado, Martin le dio permiso a Ringo de tocar la batería y se comprometió a usar la mejor versión.
Ya había cedido cuando consintió a grabar Love Me Do, cuya letra tildó de “estúpida”.
Las versiones de Ringo y White resultaron imperceptibles, y Martin solo se dio por satisfecho con la decimoquinta toma.
A esas alturas, John tenía los labios dormidos de tanto darle a su armónica.
El lado B escogido por Martin fue P. S. I Love You (Posdata, te amo): mejor letra y con ese “toque Beatle” característico gracias a los arreglos del propio Martin.
Por favor, ámame. La disquera no movió un dedo para promocionar el disco, así que lo hicieron por su cuenta.
Alguien le dijo a Brian que con 10.000 copias vendidas se aseguraba un puesto en las listas. Entonces, encargó 10.000; mas, el persistente mánager no se quedó ahí...
Hizo que todo amigo, familiar, vecino o conocido de él y los muchachos escribieran a Radio Luxemburgo y la BBC para solicitarla, Queenie, la mamá de Brian, se ofreció a recorrer todas las tiendas de Liverpool para solicitar el disco.
Radio Luxemburgo fue la primera en ponerla al aire (un par de veces) y luego lo hizo la BBC.
Love Me Do debutó en el lugar 49, ascendió al 21 y, el 13 de diciembre de 1962 alcanzó el puesto 17. “¿Podría ser algo más importante que esto?, se preguntó Brian.
La respuesta vino en febrero de 1963, cuando volvieron a los estudios para grabar Please, Please Me (Por favor, compláceme).
Cuando terminaron, un satisfecho Martin les anunció: “Muchachos, acaban de grabar su primer número uno”.
El pronóstico se cumplió el 22 de febrero de 1963. La historia (e histeria) comenzaba. arivera@nacion.com