Un día como hoy, en 1877, se formalizó la escritura que creaba la sociedad anónima Banco de la Unión, ahora Banco de Costa Rica, cuyos socios fundadores fueron hacendados, comerciantes y agricultores. En 1884, estuvo al frente de la modernización bancaria que generó el Contrato Soto-Ortuño, el cual lo convirtió, por muchos años, en el primer y único emisor de moneda, que trajo consigo diferentes discusiones, como la acontecida en 1885, que analizaba el retiro de circulación de billetes sobrantes y la disponibilidad de pesos en plata para la acuñación de moneda nacional.
El diferendo consistía en que al retirar los billetes y brindarle al Gobierno el respaldo metálico que tenía el banco podía afectar el apoyo a la agricultura y otras actividades empresariales del país. Conociendo sus socios la necesidad e importancia de ambos sectores, decidieron incrementar el capital y no retirar de circulación los billetes en exceso, ayudando de esta manera a las dos partes.
Acciones como la narrada es la constante y no la excepción. Es la historia del Banco de Costa Rica que continúa su expansión crediticia en el siglo XX, fortaleciendo sus lazos con los productores y exportadores. Para 1980, más del 70% de la colocación del crédito fue para el sector productivo empresarial.
En los últimos 10 años de este siglo, el Banco de Costa Rica ha brindado ¢713.377 a la industria, servicios, turismo y transporte, incrementando la colocación de créditos para estos sectores sustancialmente desde el 2007.
En los años recientes de lenta recuperación económica, aunado a la desconfianza del mercado, el Banco de Costa Rica logró un equilibrio entre negocios y riesgo, para administrar las demandas de crédito durante la crisis, y contrario a otras entidades financieras que cerraron la oferta crediticia, la respuesta de esta institución fue continuar otorgando créditos, aunque de manera dosificada, para contribuir con la continuidad del ciclo productivo empresarial.
El renovado compromiso con la misión del Banco de impulsar el desarrollo social, la competitividad y la sostenibilidad de Costa Rica al ofrecerle a sus clientes un conglomerado financiero público de excelencia e innovación en todos sus servicios, se tradujo en una respuesta efectiva, al ofrecer líneas de crédito para avales y garantías complementarias, que permitan financiar iniciativas a aquellas mipymes que no cuentan con garantía suficiente para cubrir sus necesidades de capital de trabajo e inversión.
Se une a esta acción la suscripción de la primera deuda de tipo subordinada, por $30 millones, lo que representa una oportunidad de brindar mayores opciones de crédito para las pequeñas y medianas empresas con préstamos de hasta $500.000, estimulando el establecimiento, la expansión y la modernización de estas empresas privadas con emprendimientos orientados hacia la sostenibilidad ambiental.
La trayectoria del Banco de Costa Rica, durante sus 135 años de fundación, continúa siendo de apoyo a los sectores productivos del país. Se evidenció en 1906, en el litigio Silvestre Solís, por la finca La Chacarita, cuando el empresario recibió todo el apoyo del Banco para que el desacuerdo financiero no lo perjudicara y perdiera su finca, que era su único sustento; se evidencia en época reciente, a principios del 2009, cuando esta institución bancaria asumió el liderazgo en la reducción de tasas de interés en préstamos para construcción, vivienda y pymes como complemento al Plan Escudo del Gobierno de la República, dando paso al programa denominado “Mano Solidaria”, iniciativa emulada por otros entes financieros.
La historia del Banco de Costa Rica evidencia, con hechos y acciones, que esta institución financiera es y sigue siendo la que ha apoyado e impulsado el desarrollo del sector productivo del país, con un desempeño eficiente y una visión solidaria, digna de celebrar.